miércoles, marzo 08, 2006


LOMO Y OMBLIGO
Con esa lechuga como corbata, riendo de las desgracias ajenas estaba ella.
Con su borrachera simpática y, a veces, odiando.
Me reía con miedo de que me tirara a la pequeña piscina en el fondo del patio.
Con un sol de los diez mil infiernos.
Con bromas que sé eran pesadas, pero eso decantó en lo final.
La guagua se pone pesada, una guagua de ¿25 primaveras tal vez? No sé, pero encantadora.
Encantadora de serpientes, y yo soy un reptil que se deja, se deja.
Y me dejé.
Más tarde la impresión de una cara que se acerca mucho hasta reducir la distancia entre boca y boca, a cero.
Mis brazos siendo tirados, arrebatados por los de ella sacándome a bailar una cumbia clásica.
Claro que esto fue antes de la reunión de labios pasados a alcohol.
Y bailaba como si el mundo se fuera a acabar.
Hubo un gallo, bonita esa ave, la que me picoteó cien veces porque lo provoqué. Un gallo blanco con harta edad. Pero picoteaba. Me sentí identificado con él, sobretodo por lo de "gallo de la pasión". Tal vez me picoteó por celos.
Y el laberinto callejero. Con billetes mutilados a las tantas de la madrugada.
Y con la lechuga como corbata riendo de esa desgracia.
Y las cumbias y esa escapada al dormitorio de tres minutos, que fueron siglos.
Y el gallo blanco, las mesas, o más bien una; los sillones, la niña que gritaba por cambiar la música y los paraderos.
Uno busca lleno de esperanzas el camino de los sueños.
¿Es posible que esos ojos que gritaban el cariño los cerrara con mis besos?
Si.
Yo seguía temiendo con el piscinazo y sobre todo con ropa.
Y se posa en mis piernas, como jugando. Más encima movimientos como hélices.
La belleza no era material, sino más bien etérea.
Tomo y obligo, mándese un trago.
Pasan cosas.
Lo peor de todo es que el regreso esta cuestionado, o sea, las cosas a lo mejor serán de contrabando.
Buena moza y yo picoteado.
2/1/06

No hay comentarios.: