jueves, noviembre 16, 2006

Corazón blando

La Sombra llegó un día como a las cuatro, un día martes, me parece.
Yo venía entrando a mi casa y la vi...la vi... y me pareció tan extraño que un ser así estuviera ahí, en el ante-jardín. Pensé que estaba alucinando producto del THC o de las cervezas, pero el asunto es que estaba en el pasto.
Pensé: Este ente...¿ cómo llegó acá? ¿por dónde se metió?
Luego me enteré que por circunstancias inexplicables, al jefe se le había ablandado el corazón y había salido a pasear esa tarde y que, caminando por San Luis con Independencia, recordándo su turbulento pasado, viendo uno de los tantos conventillos del sector, encontró a la que iba a ser la Sombra.
Al principio entendía por variados nombres, pero ahora sólo viene cuando le dicen Sombra.
Por veinte caminos muertos, anduve con ella a solas.
Nunca me abandona.
Y ahora en esta nueva caminata, voy más cansado que mi perra, que es la sombra de mi sombra.