viernes, febrero 12, 2010

Esto no lo lee nadie.
Una calibre 45 en la calle a quemarrrrropa.
Fue el día treinta y uno después de 10.
Cuando todos celebraban la llegada del "new year" pico.
Caminando por Fontova.
Era tal cual.
Como sacar (me) el corazón con una serie completa de cucharas.
Despegué con mi mochila.
Frente a ....ustedes saben.
¿devolverse?
Una calavera explica mejor lo que siente uno.
Todo se transfigura con la muerte.

Recibo una llamada de mi gran Manuel.
La cosa es que la vi desgreñada, flaca, ojerosa, mal vestida y dije lo siguiente:
"De la que me salvé"
Escucha.
Tengo noticias trágicas.
No acostumbro publicar acá esto.
Puesto que es de demasiada resposabilidad.
Ha ocurrido un fatal encuentro.
Un hecho que tal vez va a pasar a la historia.
El acto, aunque yo no sea el responsable directo, me compete en cierta manera.
¿Fatal?
Si.
En el sentido del resultado.
Por eso que mis ebrias palabras hablan del momento feo de el hombre x
Equis, por si no se nota y de las circunstancias que entre paréntesis son horrendas.
(aunque yo no sea el responsable directo)
Una etiqueta define.
Una disco define.
Un saco también.
Caminando, mejor escrito, saliendo de casa y de todo.
Encuentro.
Siempre uno encuentra lo que no busca.
Ella.
Todo es frágil, wea rebuscá.
Saliendo de casa...y nada que creara una wea coincidencia, pero apareces. A eso quería llegar, no con tanta wea surrealista.
Ah! les cuento a los fantasmas:
He vuelto.
Mi etiqueta no me definirá.
Siempre uno encuentra lo que no busca, como por ejemplo, una ami...g....a
Pero los auquénidos repetitivamente metamorfoseados piensan que uno es un buitre punto a parte.
Sin etiqueta es mejor.
HE VUELTO
A todo esto recordé el vuelto que me debe mi herma-----------------------nastra.
Mañana quién sabe.