miércoles, diciembre 28, 2005

El universo del lunar me continúa consumiendo, me duerme como un gato al calor de la chimenea.
Lo “casi” se vuelve posibilidad real.
Como una sombra al mediodía, justo bajo mi persona. Frente a mi, de lejos.
A 5 metros.
Yo estoy en la cuatro y ella en la diez.
Y sigo en La Nave, aferrado a la número cuatro y ella ahora pasa por la siete y me mira.
Ladrón de sonrisas, sirvo otra copa, la once la llama, pasa por la siete nuevamente, pero esta vez no mira.
Vomito las letras.
Anhelo el universo lunar superior derecho de su ceja.
Ahora a la barra, menos distancia.
Otra copa.
Todo se olvida con la champaña.
Y no hay saludo ni despedida, aún no. Tal vez no lo habrá.
Pero da lo mismo.
El universo es mío y el nombre también.
Ahora sacamos cuentas.
Un moño con partidura a la izquierda, ojos de oso de peluche con dientes de conejo risueño.
Será una nueva y solitaria navidad.
Pareciera que el delantal rojo me dice: “Es una pascuera”, pero sé que no.
Porotos granados en el pizarrón.
Me mira, sonríe y por fin otra sonrisa.
Quiero cinco platos, 20 botellas, un salero, ¿tienes limón?, ¿podrías encender el televisor?, ¿me cambias el vaso por favor?, ¿qué hay de postre?, ¿me cambia este billete por monedas?, ¿me prestas un lápiz?...porque ¿sabes?...
Y así, cualquier excusa con tal de entrar en ese universo que me hace sentir como Armstrong saliendo de la Tierra.
Lamentablemente sigo aquí en La Nave, en tierra, soñando con el universo de su lunar.
23 de Dic. 05.

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