Esta mañana me levanté con la espalda al revés.
Debe ser el carro de la feria, o tal vez sean los viajes en transantiago.
A lo mejor es el tenedor mal lavado que me contaminó, o las lechugas sin cloro,
o la cama elástica en que duermo.
Pienso que todo se debe al puñado de sal que encontré en lugar de tu beso.
La escalera de diez peldaños también esta entre las culpables.
Al pensarlo bien, el chofer del taxi madrugador tiene algo de culpa, así como la mala película que vi ayer, esa que trataba de lo de siempre.
Al cambiar de sistema operativo algo se pierde....creo que ahí perdí mi pecho....ya que tengo la espalda al revés ahora.
Dilucidando el misterio creo que es culpa de mi perro...el perla no come ciertos alimentos...
Las llamadas perdidas también se imputan.
Otro hecho que preocupa es la ausencia de dolor...ya que --teniendo la espalda al revés-- debiera producir algo de molestia, sin embargo nada.
Recuerdo que una vez, hace tiempo, me pasó algo similar...claro que en esa oportunidad no fue la espalda, sino que los tobillos.
Los tobillos al revés al despertar...
Las costumbres alimenticias, cuando son malas, engendran espaldas al revés también....por lo que he escuchado...
Ahora entiendo por qué desperté así.
Porque andando con la espalda al revés, cada vez que te enfrente será como estar marchando de ti.
Y tendrás que decir adios forzado.
lunes, marzo 05, 2007
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1 comentario:
Parece que a veces tambien quisiera andar con la espalda al revés.
Es un buena excusa.
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